Dios va a “destruir a los que están destruyendo la tierra” (Apocalipsis 11:18).
Dejando de lado, la devoción religiosa de cada quien, el citado pasaje constituye un alerta y un llamado a la reflexión.
Hace unas semanas, el Secretario General de la ONU Antonio Guterres afirmó que: "La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición global".
Durante el mes de septiembre de 2023, el planeta Tierra ha registrado las más altas temperaturas,óigase bien, de los últimos 100 mil años.
Pero esta situación que vivimos y que se agravará rápidamente, es parte de la "crónica de una muerte anunciada".
Desde hace décadas, los ambientalistas venían alertando de los peligros de las emisiones de carbono. Pero más pudo la voracidad capitalista, que el instinto de preservación humana, y los resultados están a la vista.
En las últimas semanas se ha observado un inusual incremento de las temperaturas en Venezuela. En un artículo del meteorólogo Luis Vargas (@meteovargas), del pasado 08 de junio, advierte que el fenómeno "El Niño" se mantendrá por todo lo que resta de este año 2023 y al menos hasta el primer trimestre de 2024. Es decir, que podrá haber una intensa sequía.
Ahora bien, ante este panorama, tomando en consideración la situación país, y en especial las pésimas políticas públicas del gobierno nacional, qué podemos esperar.
En el caso de Venezuela a pesar de ser una de los 10 países con mayores reservas hídricas del planeta, la situación es realmente alarmante: la deforestación de las cuencas hidrográficas, la corrupción en los diferentes niveles públicos, la contaminación de las cuencas hidrológicas; sumado a la inoperatividad de la infraestructura hídrica.
Uno de sus manifestaciones evidentes, por citar una de las más graves en la actualidad, la vemos en Carúpano, donde los habitantes no reciben el vital líquido menos de 150lt. , en gran parte motivado a la existencia de más de 2500 tomas ilegales. La falta de coraje de muchas alcaldías, aunado a la actitud sumisa de muchas comunidades nos está llevando de manera anticipada hacia este caos. El problema, no se resuelve con mesas de trabajo ni discursos políticos, se resuelve aplicando la ley con firmeza y sin temor, dejando de lado el costo político.
En el año 2016, ya vivimos la sufrimiento del racionamiento eléctrico a consecuencia de la sequía en Gurí. Después de esa experiencia, el gobierno nacional no puede venir con excusas, ni mucho menos echarle la culpa al bloqueo o de los ataques del imperio, ni dificultades para importar equipos y repuestos para las hidrológicas. El Decreto N° 4.711 26 de julio de 2022, otorga exoneraciones a la importación a insumos, maquinaria y equipos para el sector hidrológico.
Las posibilidades de una crisis en el suministro del agua a nivel nacional, DDHH reconocido por la ONU, no parecen estar muy lejos. Este problema no se resuelve con chistes, por cierto, modo de evadir la realidad muy arraigado en nuestra cultura. Tampoco maldiciendo a los gobernantes de turno o esperando la próxima elección para cambiar de gobierno. Nos encontramos ante un Estado
, incapaz de resolver las necesidades más elementales de la población.
Por lo tanto es necesaria la participación articulada de la sociedad, con propuestas coherentes acompañadas de acciones, en el marco de la ley, sin temores ni vacilaciones.
Tomar agua nos da vida, Tomar conciencia nos dará agua